Año
2013.
(Por Magdiel Láinez)
Este es el último día de este año, pero siempre
será un día nuevo en el que Dios te muestra su amor. Un año que como otros
dejan huella. En realidad, son los actos de las personas las que dejan huella. Imposible
enunciar cada una de ellas, pero todas son importantes.
Podría iniciar un pequeño listado con lo que más
recuerdo de este año, hubo momentos felices, tristes, emotivos, agobiantes,
nerviosos, dolorosos, amorosos, desilusionantes, sorprendentes…en este año
conocí a personas que sin duda llegaron para quedarse, pero también personas
que se quedaron un tiempo y hoy están ausentes. Conocí gente que me impulsó a
alcanzar metas que ni yo mismo me había propuesto. Gente íntegra que han
mostrado que en ellas se puede confiar y recibir un consejo. También descubrí
que no todas las personas eran lo que aparentan, y que muchas veces un
comentario puede acarrear problemas cuando la persona no es lo suficientemente
madura o no aclara sus dudas al respecto.
Aprendí a amar de formas distintas, a dar sin
esperar, a luchar contra todo y aún cuando esperanza es lo único que alimentaba
mis fuerzas. Aprendí a decir ¡basta!, ¡suficiente! y dar la media vuelta. Aprendí
que nunca se puede dejar de amar, porque amar es vivir. Aprendí que un
sentimiento no debe callarse, sino expresarse. Aprendí a hablar con la mirada y
comprender el lenguaje corporal, que dice más que las palabras. Aprendí a
enfrentar los miedos y tomar el riesgo aún cuando pudiera salir lastimado. Aprendí
que siempre hay esperanza.
Aprendí que ser escuchado es más cómodo, pero que
al escuchar puedes cambiar una parte del mundo. Que las palabras no siempre se
las lleva el viento, que pueden llegar muy lejos y cambiar corazones. Que un
consejo debes darlo cuando lo pidan y no cuando lo creas necesario, a menos que
la persona tenga la madurez para escucharlo.
Aprendí que la amistad es una de las cosas más
valiosas que cualquier persona puede tener. Que algunas cuando las pierdes son
irreemplazables, y otras inigualables. Que la distancia y el tiempo nunca
afectan a una amistad sincera y verdadera.
Lo más importante: comprobé una vez más que
Dios siempre está cerca, que nos cuida y quiere lo mejor para cada uno de
nosotros. Que en todo momento debemos darle su debido lugar. Que nos ama tanto
que por eso hoy es el último día del 2013 y que mañana será el primero del
2014; y sin embargo su amor, su misericordia son nuevos cada día.
En fin, todo este rollo se trata de las
decisiones que tomaste en este año, día a día y es por esas decisiones que hoy
estás en el lugar que has elegido, que lo que te ha traído hasta aquí son las
veces que te equivocaste y las veces que acertaste, pero lo más importante es
lo que aprendiste de cada uno de esos momentos.
Así que el año venidero no es el que te dará el
éxito o el fracaso; serás tú mismo el que decida qué te vendrá en este 2014. Y bueno,
con la ayuda de Dios, y por supuesto con la compañía de aquellos viejos y
nuevos amigos seguro será un buen año 2014 como lo ha sido este que finaliza.
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